En el año 1995, un nuevo nombre emergió en la escena del heavy metal argentino: Almafuerte. El grupo fue fundado por Ricardo Iorio, un músico emblemático del género en Argentina, luego de su salida de Hermética, otra legendaria banda de heavy metal. Junto a Iorio, se unieron Claudio Marciello en la guitarra, Ramón López en la batería, y Claudio Cardacci en el bajo.
Al principio, el grupo debió enfrentarse a un ambiente musical en transición. La escena del rock y el metal, especialmente en Argentina, buscaba reafirmar su identidad luego de momentos de cambio y evolución en los años anteriores.
El primer álbum de Almafuerte, "Mundo Guanaco" (1995), tuvo una repercusión significativa y ayudó a consolidar su posición en la escena local. Este trabajo mezcló el heavy metal con elementos del folklore argentino, un rasgo único que destacó a la banda del resto.
En 1998, publicaron "Del Entorno", un disco que reafirmó su popularidad con temas como “Triunfo” y “Patria al Hombro”. La lírica de Iorio combinaba crítica social, reflexión personal y orgullo nacional, dando a Almafuerte una voz única y potente.
El álbum "A Cosas Blandas, Buenas y Sagradas" (2003) mostró un sonido más maduro y sofisticado, lo que les permitió acceder a un público más amplio. Además, incrementaron sus presentaciones en vivo, logrando sellar su reputación como una de las bandas más enérgicas y auténticas del metal argentino.
Durante esta época, lanzaron discos clave como "Toro
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En lo que digo nadie se engaa
Nos libramos del vencido
Todos barremos con saa
A los dolos cados
No sers siempre el primero,
la humana limitacin
Cambia a capricho al puntero
de toda competicin
Olfateamos muchas cosas
entre prisas diariamente
Son verdades deliciosas,
y verdades pestilentes.
Nadie da nada de balde, sabelo.
El candor ultimamente esta muy bravo
Aunque la verdad escalde,
sobran cadenas y esclavos
Libertad y sus vestigios
Mas vale ponerse a salvo
Muchos calzan gorro frigio
Solamente por ser calvos
Cubre el cuerpo cualquier capa
El placer tambin demacra
Todo ser busca una tapa
Cuada cual cubre su lacra.
Cada cual su lacra oculta.
Aunque en virtudes abunde
y se juzgue inobjetable
Cuando el humano se hunde
Siempre busca un responsable
A menudo nos engaan
Escondidas apetencias
La culpa ajena es barata
Regalarla no nos cuesta, nada nos cuesta
La hipocresa propasa
Todo ejemplo en esta tierra.
Al asesinato en masa,
los hombres lo llaman guerra.