Los Hermanos Zuleta, conformados por los icónicos Emiliano Zuleta Díaz y Tomás Alfonso "Poncho" Zuleta, nacidos en Villanueva, La Guajira, Colombia, son emblemas del vallenato. A lo largo de sus décadas de trayectoria, han llevado la música tradicional colombiana a audiencias alrededor del mundo, dejando una huella imborrable en la cultura musical del país y el extranjero.
Los Zuleta provienen de una familia profundamente arraigada en la música vallenata. Su padre, Emiliano Zuleta Baquero, conocido como "Emilianito", fue un músico y compositor destacado. Desde pequeños, Emiliano y Poncho estuvieron expuestos a la magia del acordeón, las letras poéticas y las historias de la vida cotidiana que caracterizan al vallenato.
Emiliano Zuleta Díaz, nacido el 11 de febrero de 1944, heredó de su padre la habilidad para tocar el acordeón y una pasión por la composición. Desde temprana edad, se dedicó a crear canciones llenas de sentimiento y autenticidad. Algunas de sus composiciones más celebradas incluyen "La gota fría", "Carmen Díaz" y "La Custodia de Badillo". Emiliano es conocido por su habilidad única para fusionar la tradición vallenata con un estilo propio, lo que le ha permitido mantener viva la esencia del género.
Tomás Alfonso Zuleta Díaz, conocido popularmente como "Poncho Zuleta", nació el 18 de septiembre de 1949. Poseedor de una potente y expresiva voz, Poncho se convirtió en el vocalista principal del dúo. A lo largo de su carrera, se
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Cabañuelas
Ya llega enero y estrenando el año
rostros alegres, de esperanzas sueñan.
Y comparé mis sentimientos con las cabañuelas
y dibujé mi corazón como cuarteada tierra.
Que haya tierra mojada,
que venga mi adorada,
porque si ella no viene me declaro en huelga;
tanto que la quise
que hasta un día juré no volverla a mirar;
pero es tanto el amor
que no aguanté el dolor y tuve que llorar.
Y la voy a esperar,
ay, y la voy a esperar.
Y estas son las cabañuelas
de un hombre enamorado.
"Que sueña que se le olviden sus penas,
que anhela que éste por fin sea su año."
"Cabañuelas de amor,
adiós dolor y que llueva."
II
Pero una tarde de arrebol surgieron
sabias palabras que a cualquiera erizan.
También lloré, aunque me hubiera gustado escuchar
su viva voz, mirar sus ojos, verlos parpadear.
Las cabañuelas pintan,
muchas gracias, cuñada,
con esa confidencia me descansa el alma;
tanto que la quiero,
los hombres que adoran saben esperar;
se desbordó el silencio
y se escucha un eco de felicidad;
dice que volverá, dice que volverá.
Torbellinos de quimeras
que a pulso yo he librado.
"Quisiera que mis ojos sólo vieran
sus ojos, pero a veces cómo hago."
"Cabañuelas de amor,
adiós dolor y que llueva"