José Luis Rodríguez, conocido mundialmente como "El Puma", nació el 14 de enero de 1943 en Caracas, Venezuela. Desde muy joven mostró una inclinación natural hacia las artes, particularmente la música. La tragedia tocó a su puerta cuando perdió a su padre a la temprana edad de seis años, hecho que marcó profundamente su vida. Sin embargo, con el apoyo de su madre, Ana González, y su tenacidad, José Luis supo sobrellevar esta pérdida y enfocar sus energías en sus pasiones.
En los años 60, Rodríguez se unió al grupo Los Zeppys, comenzando a ganar notoriedad en el ámbito musical. Fue en esta etapa cuando empezó a forjarse su apodo "El Puma", derivado de su personaje en la telenovela "Una Muchacha Llamada Milagros". Su voz, carisma y presencia escénica comenzaron a captar la atención del público y productores musicales.
Además de su carrera musical, El Puma también incursionó exitosamente en la actuación. Participó en numerosas telenovelas, que le dieron popularidad en toda América Latina. Entre sus trabajos más destacados se encuentran "Cristina Bazán" y "Piel de Zapa". Su habilidad para actuar lo llevó a ser una figura polifacética del entretenimiento hispanoamericano.
La carrera musical de José Luis Rodríguez despegó a nivel internacional en la década de 1970. Firmó con la discográfica CBS y lanzó álbumes que rápidamente se convirtieron en éxitos de ventas. Dueño de Nada,
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Las heridas
Yo pensé que podría
olvidarte algún día
y no es verdad,
porque el tiempo no borra
ni llena el vacío
desde que no estas.
Se desgarra mi alma
tu recuerdo me clava
como un puñal
se agiganta el anhelo
la ansiedad y el deseo
de volverte a encontrar.
Las heridas, no,
no sanan en un día, no,
se quedan en la mente, si,
a flor de piel por siempre,
las heridas, no,
no cierran simplemente, no,
se abren de repente, si,
cuando un amor termina.
Tu figura, tu pelo,
tu mirada, tus besos
donde estarán
me atormento pensando
que quizás otros brazos
te abrigaran.
Cada vez que amanece
tu fantasma aparece
en mi soledad
y te lloro en silencio
y es en vano el lamento
porque es tarde ya.
Las heridas, no,
no sanan en un día, no,
se quedan en la mente, si,
a flor de piel por siempre,
las heridas, no,
no cierran simplemente, no,
se abren de repente, si,
cuando un amor termina.