Arturo Cavero Velásquez, conocido mundialmente como "Zambo" Cavero, nació el 29 de noviembre de 1940 en Lima, Perú. Hijo de una humilde familia, desde pequeño mostró un talento innato para la música y una voz que conmovía a todo aquel que la escuchaba. Su carisma y habilidad vocal le permitieron destacar desde temprana edad.
Arturo Cavero inició su carrera musical en el colegio, participando en concursos y actividades escolares. Su educación formal se complementó con una intensa autoformación. A los veinte años, ya había ganado numerosos concursos de canto, lo que lo llevó a ingresar al mundo profesional de la música criolla peruana, un género lleno de ritmos afroperuanos y mestizos.
El giro más significativo de su carrera ocurrió cuando se unió al grupo "Perú Negro". En esta agrupación, el "Zambo" conoció a otros talentosos músicos que marcaron su vida y su carrera profesional. El grupo tenía una misión clara: preservar y difundir la música negra peruana, una herencia cultural rica y, en muchos aspectos, infravalorada.
A lo largo de su trayectoria, Arturo Cavero realizó importantes colaboraciones con personalidades influyentes de la música peruana. Entre ellas, destaca su trabajo con el célebre compositor Óscar Avilés, con quien formó uno de los dúos más recordados de la música criolla. Juntos produjeron hits como "Contigo Perú", "Y se llama Perú", y "Cada Domingo a las 12", canciones que se convirtieron en himnos no
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Cuando tengas que partir
Quiero que sepas
Que estaré pensando en tí
Todos mis días
Vivirás en mi alegría y mi tristeza
Reinarás en el altar del alma mia
Al partir me dejarás tus agonías
En la casa que sin tí
Quedó muy triste
Nadie ocupará el lugar que tú tenías
Porque se murió mi amor cuando te fuistes
Cada domingo a las doce saldré a la ventana
Para esperarte como antes después de la misa
Y en la esquina solitaria voy a ver a mi alma
Que espera tus pasos, buscando mis brazos y sin tu sonrisa
Se irá el sol de la mañana te llorarán las campanas
Cada domingo a las doce después de la misa
Cada domingo a las doce saldré a la ventana
Para esperarte como antes después de la misa
Y en la esquina solitaria voy a ver a mi alma
Que espera tus pasos, buscando mis brazos y sin tu sonrisa
Se irá el sol de la mañana, te llorarán las campanas
Cada domingo a las doce despues, despues de la misa