Manuel Bonilla nació el 17 de noviembre de 1957 en Monterrey, Nuevo León, México. Desde temprana edad, Manuel mostró un interés profundo por la música, influenciado por su familia, cuyos miembros tenían inclinaciones artísticas. El pequeño Manuel, animado por su entorno, empezó a mostrar sus dotes con su voz en la iglesia local.
Fue en la iglesia donde Manuel encontró no solo un espacio para desarrollar su talento, sino también su misión y propósito. Comenzó cantando en los servicios dominicales y en eventos religiosos, lo que forjó la base de su carrera. Esto le permitió captar la atención de líderes religiosos y miembros de la comunidad, que vieron en él una prometedora carrera en la música cristiana.
En los años 70, Manuel Bonilla decidió formalizar su carrera musical y lanzó su primer álbum. Este trabajo inicial ya dejaba entrever la combinación de su profundo amor por Dios y su habilidad para crear música que llegaba al corazón. Con canciones que rápidamente se convirtieron en himnos en muchos hogares cristianos, Manuel empezó a ganar notoriedad y respeto dentro del ámbito religioso.
Su estilo particular siempre estuvo marcado por letras profundas y melodías sencillas pero conmovedoras. Utilizando una combinación de guitarra acústica y su poderosa voz, Manuel logró conectar de manera genuina con su audiencia. Sus canciones a menudo trataban temas de esperanza, redención y amor divino.
Con
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La mujer que yo quiero no necesita
bañarse cada noche en agua bendita
tiene muchos defectos dice mi madre
y demasiados huesos dice mi padre
pero ella es mas verdad que el pan y la tierra
mi amor es un amor de antes de la guerra
para saberlo
la mujer que yo quiero no necesita
deshojar cada noche una margarita
La mujer que yo quiero es fruta jugosa
prendida en mi alma como si cualquier cosa
con ella quieren darmela mis amigos
y se amargan la vida mis enemigos
porque sin querer tu te envuelve su arrullo
y contra su calor se pierde el orgullo
y la verguenza
la mujer que yo quiero es fruta jugosa
madurando feliz, dulce y vanidosa
La mujer que yo quiero me ató a su yunta
para sembrar la tierra de punta a punta
de un amor que nos habla con voz de sabios
y tiene de mujer la piel y los labios
son todo suyos mis compañeros de antes,
mi perro, mi escalextric y mis amantes
pobre Juanito
la mujer que yo quiero me ato a su yunta
pero por favor no se lo digas nunca
pero por favor no se lo digas nunca