La música cristiana tiene sus raíces profundas en la tradición y la liturgia religiosa, remontándose a los primeros días del cristianismo. Desde los cantos gregorianos hasta los himnos corales, este género ha sido siempre una expresión de alabanza y devoción. En sus inicios, la música cristiana se transmitía oralmente en las iglesias y estaba estrechamente vinculada a la adoración comunitaria.
A medida que el cristianismo se expandía, también lo hacía su música. En la Edad Media, los monjes y compositores eclesiásticos crearon obras que iban desde simples cantos llano hasta complejas piezas polifónicas. Con la Reforma Protestante, Martín Lutero impulsó el uso de himnos congregacionales, permitiendo a los fieles participar activamente en el culto. Esto marcó un cambio significativo, ya que la música se volvió accesible a todos y no solo a los coros profesionales.
El período barroco trajo consigo una rica producción de música sacra, con compositores como Johann Sebastian Bach y George Frideric Handel. Sus obras, profundamente arraigadas en la fe cristiana, permanecen como algunas de las más influyentes y bellas creaciones musicales de todos los tiempos. Bach, por ejemplo, dedicó muchas de sus composiciones a Dios, incluyendo sus famosas cantatas y pasiones.
En el siglo XX, la música cristiana experimentó una transformación significativa. Surgieron nuevos géneros como el gospel y el rock cristiano, que combinaron elementos contemporáneos con mensajes de fe.
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Jesus
Te miro a los ojos, entre tanto llanto,
parece mentira que te hayan clavado,
que seas el pequeño que yo acunaba
el que se dormía tan pronto en mis brazos.
El que se reía al mirar al cielo
y cuando rezaba se ponía serio.
Sobre este madero veo al pequeño
que entre los doctores hablaba en el templo
que cuando pregunté, respondió con calma
que de los asuntos de Dios se encargaba.
El mismo niño, el que está en la cruz
el Dios de los hombres, se llama Jesús.
Ese mismo hombre, ya no era niño
que en aquella boda, le pedí más vino
que dio de comer a un millar de gente
y a pobres y enfermos los miró de frente.
Rió con aquellos a quienes más quiso
y lloró en silencio al morir su amigo.
Ya cae la tarde, se nublan los cielos
pronto volverá a su Padre eterno,
duérmete pequeño, duérmete mi niño
que yo te he entregado todo mi cariño.
Como en Nazareth, aquella mañana
he aquí tu sierva, he aquí tu esclava