Angélica (chamamé)
El azar de la vida,
llevóme de la mano un día,
hasta tu morada,
Angélica amada.
Y tal cual presentía,
tan bella como seductora,
en tus ojos brilló la aurora
que mi sendero alumbrará.
II
Con la ternura infinita,
en mi alma escondida
me acerqué hasta ti,
Y disfruté de las caricias
de tu boca encendida
de amor para mí.
I
Ya dichoso contigo,
sabiéndote mi compañera
ansiada en la vida,
realidad sentida.
Pero nubes de penas
el viento dibujó en mi cielo,
que fuera tan azul sereno,
robándome su claridad.
II
Y hoy, nuevamente muy solo
estoy lejos de ti,
sin saber ni por qué.
Voy pesaroso y sin odio,
y quizás, algún día,
he de hallarte otra vez.