José Luis Caballero, más conocido como El Rey Pelusa, nació en Dean Funes, Córdoba, Argentina, el 16 de septiembre de 1952. Su amor por la música comenzó a temprana edad, influenciado por su entorno familiar donde las reuniones siempre estaban llenas de cantos y ritmos tradicionales. Pelusa mostró un talento innato para la música, y pronto el pequeño José Luis comenzó a soñar con un futuro en los escenarios.
El Rey Pelusa se introdujo en la escena musical de Córdoba en los años 70, un período clave para el desarrollo del cuarteto, un género autóctono que se convirtió en la melodía emblemática de la provincia. Pelusa se unió a Cuarteto Berna, donde rápidamente destacó por su voz característica y su carisma en el escenario. A pesar de su éxito temprano, su deseo de seguir creciendo lo llevó a formar parte de varias agrupaciones, incluyendo el famoso Cuarteto de Oro.
En 1982, Pelusa tomó la decisión que cambiaría su vida y la historia del cuarteto para siempre: lanzar su carrera como solista. Con su nombre artístico El Rey Pelusa, comenzó a conquistar audiencias con sus bailes enérgicos y baladas románticas. Sus presentaciones se convirtieron en eventos multitudinarios y su voz resonaba en cada rincón de Córdoba y más allá.
El Teléfono Azul
Llamará con su palabra ya me siento bien
el teléfono se vuelve azul
tengo una ficha y necesito dos
no me cuelgues voy a buscar.
No hay dolor cuando el teléfono me da tu voz
el veneno se vuelve amor
por la ventana baja el sol oxigena mi corazón.
Háblame treinta veces por mes
quiéreme como la última vez
ámame y además cuídame.
Soy feliz soy tan feliz que no puedo parar
El teléfono se vuelve azul
me afirmo en la cabina del andén
No me vengan a molestar.
Háblame treinta veces por mes
quiéreme como la última vez
ámame y además cuídame.
No hay dolor cuando el teléfono me da tu voz
El veneno se vuelve amor por la ventana
baja el sol patalea mi corazón.
Y es que soy feliz soy tan feliz que no puedo parar
El teléfono se vuelve azul
me afirmo en la cabina del andén
No me vengan a molestar.
Háblame treinta veces por mes
quiéreme como la última vez
ámame y además cuídame.