Maná y Juan Luis Guerra son dos monstruos sagrados de la música latina. Con estilos distintos, pero una pasión compartida por la música, ambos han dejado huellas indelebles en las vidas de millones de seguidores alrededor del mundo. Esta biografía explora sus trayectorias individuales y su unión musical que ha conquistado corazones.
Maná, originario de Guadalajara, México, inició su carrera musical bajo el nombre de “Sombrero Verde” a finales de los años 70. La alineación original incluía a Fher Olvera, quien se convirtió en la fuerza motriz del grupo, junto a algunos otros miembros que eventualmente serían reemplazados.
Los años 90 representaron el despegue internacional de Maná. Álbumes como “¿Dónde Jugarán los Niños?” y “Sueños Líquidos” se convirtieron en éxitos rotundos. Con su sonido característico—una mezcla de rock, pop y ritmos latinos—la banda capturó la atención del público y la crítica. Canciones como “Rayando el Sol” y “En el Muelle de San Blas” se volvieron himnos generacionales.
A lo largo de su carrera, Maná ha coleccionado numerosos premios, incluyendo varios Grammy Latinos y Billboard Latin Music Awards. La banda se ha destacado no solo por su música excepcional, sino también por su activismo social y ambiental.
Juan Luis Guerra nació en Santo Domingo, República Dominicana, y mostró interés por la música desde una edad temprana. Estudió en el Berklee College of Music en Boston, donde refinó su
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La puerta azul
La conoció de quince años
en una vieja puerta azul se enamoró
sueños en el aire, diamantes en el cielo
que no dan para vivir.
Y otra vez fue quedándose en sus brazos
arrodillado a sus pies de ella cayó
fue dulce como un pecho
conduce la fragilidad
siente que se va a quebrar
Una puerta azul
nunca hay que abrirla
las pesadillas son muy largas.
Una puerta azul
no hay que ni tocarla
piensa que es mejor dejarla.
Es más linda que la linda
en golpe de conciencia cae su antifaz.
Sucia, loca, lo quiere matar
había droga en la puerta azul.
Una puerta azul
nunca hay que abrirla
las pesadillas son muy largas.
Una puerta azul
no hay que ni tocarla
piensa que es mejor dejarla.