Pocos grupos musicales pueden presumir de tener un origen tan peculiar y lleno de historia como Newell's Old Boys. Ante todo, es importante destacar que este nombre proviene del club de fútbol homónimo, radicado en Rosario, Argentina, y fundado en 1903. Sin embargo, su aparición como grupo musical viene mucho después, a finales del siglo XX y principios del XXI.
La banda se formó en 1998 como una extensión cultural del club deportivo, con el objetivo de unir la pasión por el deporte con el amor por la música. Los fundadores, un grupo de amigos fanáticos del club, comenzaron tocando en las tertulias después de los partidos.
La primera alineación estuvo compuesta por músicos aficionados, pero con una gran devoción: Juan Carlos "El Negro" Pérez en la voz, Lucía Torres en la guitarra, Federico López en el bajo y Matías Rodríguez en la batería. Su estilo musical era una mezcla de rock, cumbia y folklore argentino.
En el año 2000, después de dos años de presentaciones en bares locales y eventos del club, lanzaron su primer álbum titulado "Pasión Rojinegra". Este trabajo incluyó canciones que retrataban la pasión y el fervor de los hinchas, mezclado con elementos de la cultura popular argentina.
Una pasion sin final
Que loca que es esta hinchada
Hace cien años nacio
Los colores rojo y negro
Un monumento al corazon
Que loca que es esta hinchada
no te deja de alentar
En las buenas o en las malas
La fiesta no se detendra
Quiero que pongan los jugadores
Nosotros no vamos a parar
El campeonato con esta banda
Ya lo empezamos a ganar
Vamos la lepra
La vuelta vamos a dar
Vamos la lepra
Una pasion sin final
Y van pasando los años
Los dirigentes tambien
Los jugadores son otros
NOSOTROS los mismo de ayer
Con el mismo sentimiento
Con el corazon a mil
Con esta misma bandera
por Newells vamos a vivir.
Quiero que pongan los jugadores
Nosotros no vamos a parar
El campeonato con esta banda
Ya lo empezamos a ganar
Vamos la lepra
La vuelta vamos a dar
Vamos la lepra
Una pasion sin final
Vamos la lepra
La vuelta vamos a dar
Vamos la lepra
Una pasion sin final