Trulalá es una de las bandas más emblemáticas del género cuarteto en Argentina. Su historia comienza en la provincia de Córdoba, cuna de este contagioso ritmo. Fue fundada en 1984 por Manolo Cánovas, visionario y amante del cuarteto, quien soñaba con formar una agrupación que pusiera a todo el país a bailar.
Desde su fundación, Trulalá se ha mantenido fiel a sus raíces, logrando conquistar el corazón de miles de personas. La banda se inició con presentaciones en pequeños locales y barrios de Córdoba, donde poco a poco, su energía y talento comenzaron a llamar la atención del público.
En 1985, Trulalá lanzó su primer álbum, "Bienvenida a mi baile", un éxito inmediato. Canciones como 'Serenata' y 'La Cumbia del Trula' se convirtieron rápidamente en himnos del grupo. Este álbum no solo consolidó su popularidad en Córdoba, sino que también los llevó a otras provincias argentinas, expandiendo su territorio musical.
El talento de sus integrantes y la pasión en cada presentación fueron claves para que el grupo ganara reconocimiento. Trulalá no solo ofrecía música, sino también un espectáculo en cada performance, con coreografías e interacción constante con el público.
A lo largo de los años, Trulalá experimentó varios cambios en su formación. Sin embargo, cada nuevo integrante aportó su propio estilo y carisma, manteniendo siempre viva la esencia del grupo. Entre los músicos más destacados que han pasado por Trulalá se encuentran Alejandro
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A veces pienso que es mejor marchar
y no volver la vista atrás
fueron momentos tan al límite
que no quisiera mencionar.
Ámame o déjame
pero no me tortures
hasta el amanecer.
Átame o librame
de ésta dulce condena
de carne y piel.
La vida es corta y yo sigo aquí,
mirando al Cielo sin hablar,
pues el silencio reina en el lugar
donde me amaste sin parar.
Ámame o déjame
pero no me tortures
hasta el amanecer.
Átame o librame
de ésta dulce condena
de carne y piel.
Si piensas tú gaviota en libertad
que pierdo el tiempo en esperar
las esperanzas se me cortan ya
y mi coraje muerto está.
Ámame o déjame
pero no me tortures
hasta el amanecer.
Átame o librame
de ésta dulce condena
de carne y piel.