En el corazón de España, donde la cultura musical se entremezcla con la pasión y el arte, nació Stravaganzza, una banda que rápidamente se destacó por su enfoque distintivo y su potente sonido. Fundada en 2003, este conjunto surgió como un proyecto liderado por Leo Jiménez (vocalista) y Pecas (bajista), ambos antiguos miembros de la conocida banda Saratoga. Desde sus inicios, Stravaganzza se propuso explorar un territorio musical inusual, sumergiéndose en los abismos del metal gótico y el metal sinfónico.
En 2004, Stravaganzza lanzó su álbum debut, Primer Acto. Con una alineación que incluía también a Dani Pérez en la batería y Pablo García a la guitarra, la banda ofreció una mezcla única de oscuridad lírica y complejidad melódica. Primer Acto recibió críticas favorables y despertó el interés de la escena metalera ibérica con temas como Dios y Perdido, que destacaron tanto por su intensidad emocional como por su producción cuidadosamente elaborada.
Tras el impacto inicial, Stravaganzza no tardó en consolidar su posición en el panorama musical. Durante estos años, la banda vivió tanto cambios en su formación como evolución en su sonido.
En 2005, lanzaron Sentimientos, un disco que profundizó en temas de introspección y conflictos emocionales. Con esta obra, la banda mostró su madurez musical y lírica. Canciones como Pasión y Soledad se convirtieron en clásicos entre los seguidores del metal gótico y sinfónico.
En 2007, Stravaganzza presentó Requiem, un álbum
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Letra Odio Eterno - Stravaganzza
Ma~sacrar~ a otro ser,
Él~ algo que~ no puedo ver,
Odio eterno
sudas destrucción
odio eterno
nuestra perdición
Ver aplastar
cruel con su piel
oirlo llorar
aún no soporté
Odio eterno
ruge mi interior
odio eterno
nuestra unión.
Aunque tu no hayas roto un plato
ni alces la voz
aunque tu nunca hayas sentido
dolor.
Todos estamos construidos
con ese error,
y cuando menos te lo esperes
rencor
Aplastaré, reventaré
.....................
Destrozaré, humillaré,
.....................
Y lejos de infundarme pena el
maltratador,
solo cabalga por mis venas
el odio.
Y aunque hubiera preferido
darle el perdón,
Todos llevamos ese fiel
destructor.
Y lejos de haber conseguido
mi compasión,
Hubiera hecho probar también
su bastón.