El grupo boliviano Octavia nació en 1988 en la ciudad de La Paz, compuesto en un principio por Omar González (voz y guitarra), Simón Luján (guitarra y coros), Eddy Navía Jr (bajo) y Vladimir Pérez (batería). La banda es ampliamente conocida por fusionar elementos de rock con ritmos y sonidos tradicionales bolivianos, lo que les ha permitido destacarse en la escena musical tanto nacional como internacional.
Durante los primeros años, Octavia se dedicó a tocar en escenarios locales, ganando poco a poco una base de seguidores fieles. En 1995, lanzaron su primer álbum, "1988", un trabajo que ya mostraba la mezcla de sonidos andinos con el rock que llegaría a caracterizar su música. Canciones como "Después de ti" y "Brillo de luna" se convirtieron en hits inmediatos en Bolivia.
A finales de los años 90 y principios de los 2000, Octavia siguió produciendo álbumes que cautivaron tanto a críticos como a fans. "Ciclos" (1997), "Amanecer" (1998) y "Medular" (2000) rompieron récords de ventas en Bolivia y les permitieron realizar giras por distintos países de Latinoamérica. La banda experimentó con nuevos instrumentos y estilos, sin perder la esencia que los había hecho únicos.
Octavia también ha trabajado con diversos artistas y productores internacionales. En 2003, lanzaron el álbum "Talismán", producido por el reconocido músico argentino Tweety González, quien ha colaborado con bandas como Soda Stereo y Fito Páez. Este disco les abrió las puertas a
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Ya que no estas
Camino en mi soñar
y sueño al caminar
que esos pasos me conduzcan hacia ti
Alcanzo a vacilar
vacilo al alcanzar
aquel camino que te separó de mí
Mas cuando yo bailo
vuelvo a respirar
dejo mi letargo
brillo un poco más
por un instante puedo olvidar
todo mi quebranto
mi eterna soledad
hoy grito por salir
y salgo a gritar
tu nombre a cada esquina que te vio pasar
Cansado ya de andar
andado en el cansancio
le ordené a mis pies no dar un paso más
Mas cuando yo bailo
vuelvo a respirar
dejo mi letargo
brillo un poco más
por un instante puedo olvidar
todo mi quebranto
mi eterna soledad