En el vasto y vibrante panorama del rock argentino, Pier emerge como una banda emblemática con una historia rica y apasionante. Fundada en 1995 en Buenos Aires, Pier tomó forma gracias a los hermanos Ramiro y Agustín Cerezo, quienes desde jóvenes mostraron una inclinación innata por la música. Unidos por un vínculo fraternal y una devoción compartida por el rock, empezaron a tocar juntos, fusionando sus talentos en busca de un sonido propio.
El primer gran hito para Pier llegó con su álbum debut, La Codiciada, lanzado en 1997. Este trabajo inicial recibió una cálida acogida tanto por los críticos como por el público. Con canciones cargadas de fuerza y emoción, Pier comenzó a forjar una identidad que los distinguía de otras bandas contemporáneas. Temas como "Sacrificio y Rock and Roll" y "Llega el Tren" mostraron una combinación única de líricas profundas y guitarras potentes.
Los años 2000 trajeron consigo la consolidación del grupo en la escena musical. Su segundo álbum, Gladiadores del Rock (1999), y el tercero, Pasión de Multitudes (2001), catapultaron a Pier a un nuevo nivel de popularidad. En estos discos, la banda exhibió una madurez artística, con una producción más pulida y una mayor complejidad en sus composiciones. La recepción del público fue entusiasta, y canciones como "La Ilusión que me Condena" y "El Ritual de los Pibes Atentos" pronto se convirtieron en cánticos infaltables en sus recitales.
Un aspecto fundamental de Pier es
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Que alegría al ver, que tus ojos, han de brillar a la espera.
Audaz salto lleno de gloria, empuñando con fervor, viejas banderas.
Fiel compadre del lujo del ser libre de verdad.
Marcados sin titubear
presos de un mismo sueño.
Monigotes de profesión, relojeando con desazón,
viviendo del miedo.
Esperando ver resbalar y trastabillar, a las fieras.
Estrechando las manos con la angustia del dolor.
Sorteados a defraudar
presos de un mismo sueño.
El corazón latiendo a toda velocidad
y la ilusión como estandarte.
Mi corazón se aferra a gritos a tu ilusión
las venas arden hasta quemarme, hasta quemarme...