Sui Generis, una de las bandas más emblemáticas del rock argentino, comenzó su andadura en la década de 1960. Fue en 1969 cuando dos jóvenes talentos, Charly García y Nito Mestre, decidieron unir fuerzas. Ambos músicos estaban interesados en la música folk y rock, lo que definió el sonido inicial del grupo.
Charly García, nacido como Carlos Alberto García Moreno, ya mostraba desde joven un excepcional talento para la música. Nito Mestre, por su parte, aportaba una voz suave y melodiosa que complementaba perfectamente las habilidades de Charly en los teclados y la guitarra. Juntos comenzaron a tocar en pequeños locales y fiestas, llamando la atención de la escena musical porteña.
En 1972, Sui Generis lanzó su primer álbum, Vida. El disco fue un éxito instantáneo y contenía varios temas que se convertirían en clásicos del rock argentino, como "Canción para mi muerte" y "Rasguña las piedras". El estilo emocional y lírico de sus canciones resonaba profundamente con una generación que buscaba nuevas formas de expresión en un contexto social y político convulso.
Sui Generis se destacó por sus letras introspectivas y poéticas. Las canciones solían abordar temas como la juventud, el amor, y la búsqueda de identidad y libertad. Este enfoque lírico, combinado con melodías pegajosas y arreglos simples pero efectivos, hizo que la banda se ganara un lugar en el corazón de muchos jóvenes argentinos.
Después del éxito de Vida, la banda no descansó en sus laureles. Su segundo
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Ese es tu walkman...
Que moderno que es...
No le debo nada a Entel
me cuido la nariz
el silencio termina mañana
me voy a desvestir.
El tiempo que yo soñé
es la eternidad,
es la dulce fe
de que sigas conmigo por siempre
por siempre por aquí.
Y cuando encuentro un amigo
lo tengo que buscar,
y voy al supermercado
buscando un capataz.
El sueño que yo soñé
es la humanidad
es la humanidad
el poeta tenía razón
la balsa hay que tomar.
Córtenla,
déjenos vivir en paz,
sáquenla,
sáquenla un poquito,
sáquenla un poquito.
Cuando vuelvo a mi casa temprano
me tengo que tomar
un litro de vino prestado
que no pienso pagar.
El día que estoy aquí,
ese amanecer,
es dónde querer
y mirar tus ojos en naves
viajando hacia mí.
Teléfono,
tirate ya del trampolín.
Papelón,
sacate la gomina,
pelá la brillantina.
Ya no tengo monedas de nylon
perdí mi peluquín.
Me sigo pavimentando
y llegaré hasta el fin
Alegría,
quiero ver tu foto en los diarios
riéndote por qué.