O Salve Eris
En línea recta,
con la espalda cargada de recursos,
de cosas que se aprenden a golpes,
de las que es mejor separarse.
Lo quiero, la estoy esperando.
“¡Eh, tú!, ¿qué haces por aquí?
¿Eres el lobo que mira a nuestras hermanas?
¿Tienes sus ojos”.
“No, señor, no, no se preocupe por mí.
Vengo a verla junto a su estatua de heroína,
la estoy esperando”.
Quiero oír otra vez
esa historia que cuenta,
quiero que ella esté contenta, ohhh...
Yo se la contaré,
pero antes escucha esta otra
que empieza, que empieza
con tres espadas,
con tres espadas,
con tres espadas,
con tres espadas,
con tres espadas.
Con tres espadas contra un muro de agujas,
sobre el caballo negro, sobre un caballo, ¡uh!,
con cinco cruces, con cinco estrellas rojas,
puñalada a la derecha, puñalada, ¡uh!,
en lo profundo del invierno.
Y la noche se transforma en día,
sangre roja en la nieve blanca,
sangre azul por la mano roja, ¡uh!
Protege tu cuello,
protege tu cuello,
protege tu cuello, ¡uh!,
protege, ¡ah!, ¡uh!,
protege tu cuello.