Mesetas Patagonicas
Esa mañana ella pensó en fugarse al sur, a Puelo o a Bolsón.
Pero el trabajo, tan aburrido, la disolvió: y se hizo un punto más.
El domingo cortó el pasto y miró por última vez el rosal.
Cayó en la cuenta del sueño perdido y murió aturdido, lejos del mar.
Gente que muere vacía como si fuera un envoltorio.
Estancamientos en un tiempo gris que asfixia y te quita el sueño.
Cuando esa tarde la vio pasar desde el balcón quiso gritarle
todo su afecto, su sentimiento, su adoración… y quedó en silencio.
Lejos de casa con su costilla rota llora, “no cambia nunca más”.
Pero las dudas comen su cuerpo entero y nadie le da un abrazo.
Gente que muere vacía como si fuera un envoltorio.
Estancamientos en un tiempo gris que asfixia y te quita el sueño.
No somos libres ni siquiera de elegir nuestras pasiones,
pero podemos poner el cuerpo y salir de las mesetas patagónicas.