A finales de la década de 1990, en un pequeño pueblo del norte de Italia, surgía una chispa que con el tiempo se convertiría en un faro de fe y esperanza en el mundo de la música religiosa. El grupo 'Música Católica' fue fundado por un grupo de amigos que compartían no solo una devoción profunda por su fe, sino también un talento innato para la música. Inspirados por los cantos gregorianos y la música sacra que resonaba en sus iglesias locales, decidieron canalizar estos ecos ancestrales hacia un estilo más contemporáneo.
Los primeros ensayos del grupo se llevaban a cabo en la sala parroquial de su comunidad. Las primeras canciones, compuestas principalmente por su líder espiritual y musical, el Padre Giovanni, inmediatamente capturaron los corazones de los feligreses locales. No pasó mucho tiempo antes de que la noticia se extendiera por toda la región. Con actuaciones en varias iglesias y festivales religiosos, su música traspasó fronteras provinciales y pronto llamó la atención de productores discográficos.
En 2001, lanzaron su primer álbum titulado 'Caminos de Fe', que recibió elogios tanto de críticos como de fieles. Las letras devotas y las melodías modernas ofrecían una nueva dimensión para aquellos que buscaban una conexión más profunda con lo divino.
El éxito inicial de 'Música Católica' no fue una casualidad. Tras el lanzamiento de su segundo álbum, 'Luz y Salvación', se
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Estaciones de Vidal
Estaciones de Vidal
I
Por mí, Señor, inclinas
El cuello a la sentencia;
Que a tanto la clemencia
Pudo llegar de Dios.
Oye el pregón, oh Madre
Llevado por el viento
Y al doloroso acento
Ven del Amado en pos.
II
Esconde, justo Padre,
La espada de tu ira,
Y al monte humilde mira,
Subir el dulce Bien.
Y Tú, Señora, gimes
Cual tórtola inocente;
Que tu gemir clemente
Le amansará también.
III
Oh pecador ingrato
Ve a tu Dios caído,
Ven a llorar, herido
De contrición aquí.
Levántame a tus brazos
Oh bondadoso Padre,
Ve de la tierra Madre,
Llanto correr por mí.
IV
Cercadla, Serafines,
No acabe en desaliento
No muera en el tormento,
La Rosa Virginal.
Oh acero riguroso,
deja su pecho amante,
Vuélvete a mí cortante,
Que soy el criminal.
V
Toma la cruz preciosa,
Me está el deber clamando,
Tan generoso cuando
Delante va el Señor.
Voy a seguir constante,
Las huellas de mi Dueño,
Manténgame el empeño,
Señora, tu favor.
VI
Tu imagen, Padre mío,
Ensangrentada y viva
Mi corazón reciba,
Sellado con la fe.
Oh Reina, de tu mano
Imprímela en mi alma,
Y a la gloriosa Palma,
Contigo subiré.
VII
Yace el divino dueño
Segunda vez postrado,
Deteste yo el pecado,
Deshecho en contrición.
Oh Virgen, pide amante,
Que borre tanta ofensa
Misericordia inmensa
Pródiga de perdón.
VIII
Matronas doloridas
Que al justo lamentáis,
Por qué si os lastimáis
La causa no llorar?
Y pues la cruz le dimos
Todos los delincuentes
Broten los ojos fuentes
De angustia y de pesar.
IX
Al suelo derribado,
Tercera vez el Fuerte,
Nos alza de la muerte
A la inmortal salud.
Mortales: Qué otro exceso
Pedimos de clemencia?
No más indiferencia
No más ingratitud.
X
Tu bañas, Rey de gloria,
Los cielos en dulzura
Quién te afligió, Hermosura,
Dándote amarga hiel?
Retorno a tal fineza
La gratitud pedía;
Cese ya, Madre mía
De ser mi pecho infiel.
XI
El manantial divino
De sangre está corriendo,
Ven, pecador gimiendo,
Ven a lavarte aquí.
Misericordia imploro,
Al pie del leño santo,
Virgen, mi ruego y llanto,
Acepte Dios por Tí.
XII
Muere la Vida nuestra
Pendiente del madero,
¿ Y yo cómo no muero
De amor o de dolor?
Ay, casi no respira
La triste Madre yerta
Del cielo abrir la puerta
Bien puedes ya, Señor.
XIII
Dispón, Señora, el pecho
Para mayor tormento
La víctima sangrienta
Viene a tus brazos ya.
Con su preciosa sangre
Juntas materno llanto,
Quién, Madre, tu quebranto
Sin lágrimas verá?
XIV
Al Rey de las Virtudes,
Pesada losa encierra,
Pero feliz la tierra,
Ya canta salvación.
Sufre un momento, Madre,
La ausencia del amado,
Presto de Tí abrazado,
Tendrasle al corazón.