En el vasto panorama de la música folclórica andina, emergen artistas que trascienden fronteras y generaciones. Uno de esos nombres icónicos es Luz Yenny de los Andes. Conocida por su fusión armoniosa entre ritmos ancestrales y sonidos contemporáneos, Luz Yenny ha establecido un legado que perdurará en la memoria de sus seguidores. Este artículo se adentra en la vida y carrera de esta formidable cantante y su grupo, ofreciendo un recorrido completo desde sus humildes comienzos hasta su apogeo.
Nacida en 1975 en el corazón de los Andes peruanos, Luz Yenny se crio en un entorno plagado de melodías vibrantes y tradiciones milenarias. Desde temprana edad mostró una inclinación natural hacia la música, influenciada por sus padres, ambos músicos folclóricos. Su madre tocaba la quena, un instrumento de viento típico de la región, mientras que su padre era un destacado charanguista. Las noches en su hogar estaban llenas de serenatas y canciones populares, elementos que arraigaron profundamente en Luz Yenny.
A los 15 años, Luz Yenny decidió formalizar su pasión por la música. Se trasladó a Lima para estudiar en el Conservatorio Nacional de Música. Aunque el cambio de entorno fue significativo, nunca perdió su conexión con las raíces andinas. Durante sus estudios, conoció a varios jóvenes músicos con ideas afines, con quienes decidió formar su primer grupo musical, inicialmente llamado "Sonidos de los Andes".
Cosa vuol dire avere
un metro e mezzo di statura,
ve lo rivelan gli occhi
e le battute della gente,
o la curiosità
d'una ragazza irriverente
che vi avvicina solo
per un suo dubbio impertinente:
vuole scoprir se è vero
quanto si dice intorno ai nani,
che siano i più forniti
della virtù meno apparente,
tra tutte le virtù
la più indecente.
Passano gli anni, i mesi,
e se li conti anche i minuti,
è triste trovarsi adulti
senza essere cresciuti;
la maldicenza insiste,
batte la lingua sul tamburo
fino a dire che un nano
è una carogna di sicuro
perché ha il cuore troppo
troppo vicino al buco del culo.
Fu nelle notti insonni
vegliate al lume del rancore
che preparai gli esami
diventai procuratore
per imboccar la strada
che dalle panche d'una cattedrale
porta alla sacrestia
quindi alla cattedra d'un tribunale
giudice finalmente,
arbitro in terra del bene e del male.
E allora la mia statura
non dispensò più buonumore
a chi alla sbarra in piedi
mi diceva "Vostro Onore",
e di affidarli al boia
fu un piacere del tutto mio,
prima di genuflettermi
nell'ora dell'addio
non conoscendo affatto
la statura di Dio.