Amén
Habiendo tantas formas de decir adiós
elegiste la absurda: el frío silencio.
En esa vieja iglesia todo terminó
(sus ganas y su llanto no eran cotillón).
Volverá una medianoche, mendigando algo de amor.
En cada esquina espera por su amor
con su locura a cuestas, haga frío o calor.
Silbarle a tu alma, de mucho no sirvió.
Quebrada está la calma, no hay rastros de un perdón.
Ya no hay manera de borrarle tal dolor
y sin embargo vive firme en su ilusión.
Volverá una medianoche y preguntará por vos.
Silbarle a tu alma, de mucho no sirvió.
Quebrada está la calma, no hay rastros de un perdón.
¡No! ¡No!