Serú Girán, el icónico grupo de rock argentino, encarna la esencia y energía del rock nacional. Formado en 1978 por las mentes brillantes de Charly García, David Lebón, Pedro Aznar y Oscar Moro, su música no sólo resonó en los corazones de su audiencia, sino que también marcó un hito cultural en la historia de Argentina.
En plena efervescencia creativa de finales de los setenta, Charly García, después de la disolución de La Máquina de Hacer Pájaros, se encontró con David Lebón, ex miembro de Pescado Rabioso. Juntos comenzaron a pensar en un nuevo proyecto musical. A ellos se unió Pedro Aznar, un talentoso bajista que aportó su virtuosismo y carisma a la banda. Finalmente, se integró al grupo Oscar Moro, el incansable baterista de Los Gatos y La Máquina de Hacer Pájaros. Con esta alineación, Serú Girán estaba listo para dejar su marca.
En 1978, Serú Girán lanzó su álbum debut homónimo. Aunque la sofisticación y complejidad de su música inicialmente causaron cierta confusión entre los críticos, el público pronto captó el mensaje. La mezcla de rock progresivo, jazz y fusiones variadas se convirtió en su sello distintivo. Temas emblemáticos como "Eiti Leda" y "Seminare" mostraron al mundo la magnitud de su genialidad.
Durante la dictadura militar en Argentina, Serú Girán se erigió como una voz crítica y valiente. Con letras cargadas de mensajes políticos y sociales, canciones como "Los Sobrevivientes" y
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Quiero verte la cara
brillando como una esclava negra,
sonriendo con ganas.
Lejos, lejos de casa
no tengo nadie que me acompañe
a ver la mañana.
Ni que me dá la inyección a tiempo
antes que se me pudra el corazón,
ni caliente esos huesos fríos,
nena.
Quiero verte desnuda
el día que desfilen los cuerpos
que han sido salvados,
nena.
Sobre alguna autopista
que tenga infinitos carteles
que no digan nada.
Y realmente quiero que te rías
y que digas que es un juego nomás.
O me mates este mediodía,
nena.
Entrando al cuarto (volando bajo)
la alondra ya está cerca de tu cama, nena.
Quiero quedarme (no digas nada)
espera que las sombras se hayan ido, nena.
¿No ves mi capa azul,
mi pelo hasta los hombros,
la luz fatal,
la espada vengadora?
¿No ves qué blanco soy,
no ves?
Quiero quemar de a poco
las velas de los barcos anclados
en mares helados,
nena.
Este invierno fue malo
y creo que olvidé mi sombra
en un subterráeo.
Y tus piernas cada vez más largas
saben que no puedo volver atrás.
La ciudad se nos mea de risa,
nena.