Ama
Un hombre descendía de Jerusalén a Jericó
y en mano de los ladrones inconsciente terminó.
Un sacerdote y un levita, llamados hombres de religión
lo encontraron en el camino pero a sus almas no conmovió.
¡No conmovió!
Ama, ama, ama de corazón.
Ama, ama, ama como tu Dios.
Hubo un samaritano que por allí también pasó,
Fue movido a misericordia y a este hombre ayudó.
Y es que al final de esta historia, Jesús preguntó:
“¿quién de estos tres como prójimo actuó?”
¡Actuó!