En lo profundo de los Andes bolivianos, una pequeña aldea vio el nacimiento de uno de los grupos de música folclórica más emblemáticos de Latinoamérica: Kalamarka. Fundado a finales de la década de 1980 por Hugo Gutiérrez, el grupo empezó como un proyecto local con la aspiración de preservar y difundir la música tradicional boliviana.
El nombre "Kalamarka" tiene raíces aymaras y, según se dice, significa "Rincón de Piedra". Esta elección no fue casual; representaba tanto la solidez de sus raíces culturales como la fuerza de la naturaleza que querían transmitir a través de su música.
Desde sus inicios, Kalamarka se distinguió por su estilo característico, que fusiona instrumentos tradicionales como zampoñas, charangos, quenas y bombos con arreglos modernos. Esta fusión no solo preservó la esencia del folclore andino, sino que también agregó una nueva dimensión que atrajo a audiencia tanto local como internacional.
Las letras de Kalamarka, profundamente emotivas, frecuentemente abordaban temas de justicia social, amor por la tierra y la naturaleza, así como historias ancestrales. Cada canción era una narrativa, un viaje a través del tiempo que invitaba al oyente a conectarse con sus raíces y reflexionar sobre su identidad.
El ascenso de Kalamarka al estrellato no fue instantáneo, pero su talento y dedicación no pasaron desapercibidos. Su primer álbum, “Kalamarka: Raíces”, lanzado en 1990, catapultó al grupo al éxito nacional. El tema "Atahualpa"
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Jallp'aj poqoynin chayamunñam
Tarpusqa cheita pallarina
T'ika sara t'ika papita
Qhuskachasqas kaywanna (kayllarina)
Phututuswan (qa) nimunshanña
Jamuy sipas reposuykiwan
Challas poqoruswan tususun
¡Munakuy jallpaman kutimun!
Llajtancheiman qhusqha rina
Uj qharancheita qhepiriska
Jallpancheita munakuspa
Wiñaypaq, wiñayninkama
Vayamos todos a la fiesta
Portando en alto la whipala
Y nuestro amor a la tierra
Será eterno agradecimiento