En las tierras norteñas de México, específicamente en Culiacán, Sinaloa, un grupo de jóvenes talentosos decidió unirse para crear música que resonara con el corazón y el alma de sus paisanos. De esta unión nació Traviezoz de la Zierra, una banda que ha llevado el género de la música regional mexicana a nuevos horizontes. Fundado en 2010, el grupo rápidamente captó la atención del público por su estilo único y por las experiencias auténticas que narran en sus canciones.
El grupo estuvo inicialmente compuesto por José Policarpio Valdez, Ricardo González, Manuel Caro y Emilio Bustamante. Estos artistas aportaron su talento individual y sus experiencias personales para formar un conjunto armónico y poderoso. Desde el teclado melódico hasta la guitarra, cada detalle fue meticulosamente planeado para producir un sonido distintivo.
No pasó mucho tiempo antes de que Traviezoz de la Zierra empezara a ganar popularidad. Sus primeras canciones, como "La Zierra No Se Raja" y "El Compa Lino", se convirtieron en éxitos rotundos. Estas canciones no solo reflejan el estilo de vida del norte de México, sino que también cuentan historias de valentía, amor y lealtad. La autenticidad de sus letras y la calidad de su música capturaron los corazones de muchos fans, tanto en su país de origen como en el extranjero.
El grupo no tardó en llevar su música más allá
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Cosa vuol dire avere
un metro e mezzo di statura,
ve lo rivelan gli occhi
e le battute della gente,
o la curiosità
d'una ragazza irriverente
che vi avvicina solo
per un suo dubbio impertinente:
vuole scoprir se è vero
quanto si dice intorno ai nani,
che siano i più forniti
della virtù meno apparente,
tra tutte le virtù
la più indecente.
Passano gli anni, i mesi,
e se li conti anche i minuti,
è triste trovarsi adulti
senza essere cresciuti;
la maldicenza insiste,
batte la lingua sul tamburo
fino a dire che un nano
è una carogna di sicuro
perché ha il cuore troppo
troppo vicino al buco del culo.
Fu nelle notti insonni
vegliate al lume del rancore
che preparai gli esami
diventai procuratore
per imboccar la strada
che dalle panche d'una cattedrale
porta alla sacrestia
quindi alla cattedra d'un tribunale
giudice finalmente,
arbitro in terra del bene e del male.
E allora la mia statura
non dispensò più buonumore
a chi alla sbarra in piedi
mi diceva "Vostro Onore",
e di affidarli al boia
fu un piacere del tutto mio,
prima di genuflettermi
nell'ora dell'addio
non conoscendo affatto
la statura di Dio.