Caballeros De La Quema nació en Morón, Buenos Aires, en el año 1989. La banda fue formada por músicos jóvenes e inquietos que compartían una pasión por el rock y el deseo de llevar sus melodías y letras al público. El grupo estaba liderado por Iván Noble (voz y guitarra), junto a Pablo Guerra (guitarra), Patricio Castillo (bajo), y Gabriel "Gabo" Manelli (batería).
En sus inicios, la agrupación se caracterizó por un estilo que combinaba rock, blues y algo de punk. Durante estos años, Caballeros De La Quema tocaba en bares y pequeños escenarios de Buenos Aires, ganándose de a poco un público fiel gracias a su potencia y letras auténticas.
En 1994, lanzaron su primer álbum de estudio titulado "Primavera Negra". Este trabajo comenzó a delinear el sonido crudo y urbano que identificaría a la banda. La calidad de sus composiciones y la intensidad de sus presentaciones en vivo pronto llamaron la atención de la crítica y de los fanáticos del rock argentino.
Dos años más tarde, en 1996, llegó "Sangrando", un álbum que consolidó al grupo en la escena del rock nacional. Canciones como "Carlito Gordo" y "Fulanos de Nadie" se convirtieron en verdaderos himnos. El éxito de "Sangrando" les permitió realizar giras más amplias, tocar en festivales importantes y aumentar considerablemente su base de seguidores.
El año 1998 marcó un punto de inflexión para
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Caras curtidas
Rabia de esperar
6 de la tarde estación de Liniers
Basura en las vías
Hambre en las bocas
Un día más de pelarse la piel
Colgados de los trenes como mandriles
La sexta mojándose bajo el sobaco
Espaldas marcadas por cargar bolsos viejos
Un día más de puchero y garrón
Vivir siempre rascando la olla
Mirándole la cara al dolor
Carne de tempestad, los olvidados
Con el agua en los pies no es difícil odiar.
Un pibe y su bautismo de Poxirrán
Noche de brujas en Villa Tesei
Las calles goteando olor a navaja
Aprender a robar o aprender a correr
La gloria de tinto barato y sin soda
Las penas de siempre que aplastan la fe
Tranco cansado y lágrimas secas
Un día más sin noticias de Dios
Vivir siempre rascando la olla
Mirándole la cara al dolor
Carne de tempestad, los olvidados
Con el agua en los pies no es difícil odiar...