Cuento
Noches que nacen en días despiertos,
el mañana se muere, sin tanto dolor.
Sobre los mantos que nublan lo eterno
escribías los textos, pintaba tu voz.
Raras mareas recobran lo inmenso
y el viento delata a la imaginación
que figura en el aire que es nuestro,
el cuento que es nuestro, sin tanta ficción.
Subo a los astros y veo de lejos:
nos veo queriendo, intentando un amor
donde la mente se adentra en ensueño.
Y descansará por tiempos...
¡Amor! que rescatas a la gente del miedo,
pasado traído de un viejo dolor,
te doy cobijo en mis frenos de mano.
Conciencias de pasos pisados, pesados.
Soy un faro que nace y se mece,
de a ratos oscuro, de misterio sin voz.
Ellos, el aire que anida en cenizas
de cuerpos que vibran lo intenso de dos
que abren sus alas en vuelo rampante
y transporta a los cuerpos a un mismo esplendor.
Y es conmigo.
Un cuento -¡que extraño!- sin conclusión.
Subo a los astros y veo de lejos. Distancia no encuentro.
De lejos no siento distancia, no encuentro.