Conocerte fue un placer
Una mañana la vi por la ventana,
me sonrió y sentí que ella me amaba.
Cuando un amigo nos presentó,
fue momento que esperaba o que deseaba.
Conocerte fue un placer.
Me sorprendió su trato inexplicable,
era capaz de burlar hasta el más grande,
como una leona perversa y feroz,
ojos profundos, buenos reflejos,
garras traidoras.
Conocerte fue un placer.
Un fin de semana fue en Madrid,
una madrugada en París,
y no faltaba la hora feliz,
donde encontrarla con quien dormir.
Pero de pronto reaccioné,
ojos profundos, buenos reflejos,
garras traidoras.
Conocerte fue un placer.
Conocerte fue un placer.
Conocerte fue un placer.
Conocerte fue un placer.