María Elena Walsh nació el 1 de febrero de 1930 en Ramos Mejía, una ciudad en la provincia de Buenos Aires, Argentina. Desde su infancia mostró un amor profundo por la literatura y la música, cultivado en parte por su entorno familiar. Su padre, un inmigrante británico, tocaba varios instrumentos musicales, mientras que su madre, argentina de origen andaluz, le introdujo en la riqueza cultural de la región.
Asistió a la Escuela Normal de Ramos Mejía, donde comenzó a desarrollar su talento literario. A los 15 años, publicó su primer poema en la revista “El Hogar”, un logro que marcó el inicio de una carrera prolífica y multifacética. Su capacidad para crear versos llenos de sensibilidad y su originalidad pronto la distinguirían en el ámbito literario y musical argentino.
En 1948, a los 18 años, María Elena se embarcó en una travesía que ampliaría sus horizontes artísticos: viajó a París. Durante su estancia en la capital francesa, forjó una importante amistad y colaboración con Leda Valladares, otra artista argentina talentosa. Juntas formaron el dúo "Leda y María", interpretando un vasto repertorio de música folclórica argentina y sudamericana.
París no solo ofreció a María Elena la oportunidad de explorar nuevas facetas musicales, sino que también alimentó su amor por la poesía y la literatura, influenciada por los movimientos artísticos de la época. En esta etapa escribió “Otoño imperdonable” (1947), un libro que reflejaba su sensibilidad
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Hace muchos años que te fuiste
Y sin una lágrima te despedí
Como el argentino de los tangos
Te quedaste solo en París
Y ya lo canjeaste por neblina
Al Sol de tu país
Hace muchos años que te quiero
Y hace muchos más que te olvidas de mí
Dicen que no vas a volver nunca
Y tal vez yo no vuelva a ir
Te veré una noche por Corrientes
Esquina Rivoli
Cuando un amigo se va
Nadie nos devolverá
Todo el corazón que le prestamos
Tanta compartida soledad
Un amigo nuevo no es lo mismo
Pepe nos quiere por la mitad
Todo cambia desde que te fuiste
Ya los argentinos no somos así
Estamos mirándonos por dentro
Y olvidándonos de París
De nuestras cenizas renacemos
Humanos al morir
Quedan pocos de los que decían
Que en este país no se puede vivir
Ya bajo las manos del escudo
El palito ha echado raíz
Y un montón de efímeros laureles
Supimos conseguir
Cuando un amigo se va
Nadie nos devolverá
Todo el corazón que le prestamos
Tanta compartida soledad
Un amigo nuevo no es lo mismo
Pepe nos quiere por la mitad