Avatares
Afables brisas
jamás da clemencia,
presa del bochinche,
verdugo del hervor.
El sol esclarecía
el otro lado del mundo,
y, aún así, la noche
conservó su esplendor.
Yo escucho que escapan
dos voces (son una).
Estalla en algún lado
el detector del amor.
Se besan las risas,
se besan las vidas.
Ay, si de mi desierto
fueran el aspersor.
Esta vez oídos sordos le ganó a palabras necias.
Vi pecar a más de un dios, vi al amor dando la vuelta.
Con la simpleza
de los avatares,
bajaron del bondi
y se me fue la ilusión.
Quizás esa noche,
ellas no hacían nada.
Quizás les sobraba
un lugar en su colchón.
Cuanto más se ahuecan
algunas cabezas,
el sentimiento
cada vez es mayor.
¡Cuánto entrelazo!
¡Benditos orgasmos!