El inclusero
No conocí la alegría,
ni fiestas de Navidad,
ni el beso de cada día,
que una madre siempre da.
Yo no he tenido la culpa
de venir al mundo así,
ni culpo a nadie de nada,
con mi suerte soy feliz.
Porque no tengo apellido,
me señalan con el dedo.
Mi delito solo ha sido
del de ser eso, el inclusero.
Eran copitos de nieve,
los que del cielo caían.
Soñé que una madre buena
en sus brazos me dormía.
Pero cuando desperté,
y un rosario florecía,
y una monjita ponía
su crucifico en mi sien.
Yo no he tenido la culpa
de venir al mundo así,
ni culpo a nadie de nada,
con mi suerte soy feliz.
Monjita de toga blanca,
que amparáis todos los males,
sois el pan de cada día
para los niños sin madre.
Pero rico pordiosero
en la suerte o la desgracia,
seré siempre, siempre el inclusero.