Pero que no nos pregunten
Que nos dejen beber agua
cerca de los manantiales,
y andar despacio, muy despacio
por las veredas del otoño.
Que nos dejen acariciar perros doloridos
y jugar con niños ciegos.
Que nos dejen el pan
y nuestra sombra, que no nos la quiten
para sentarnos una piedra,
para dormir una manta vieja.
Que nos dejen para el amor las lágrimas,
para la muerte una duda, ay,
pero que no nos pregunten,
pero que no nos pregunten,
pero que no nos pregunten,
pero que no nos pregunten.
Que nos dejen el pan
y nuestra sombra, que no nos la quiten
para sentarnos una piedra,
para dormir una manta vieja.
Que nos dejen para el amor las lágrimas,
para la muerte una duda, ay,
pero que no nos pregunten,
pero que no nos pregunten,
pero que no nos pregunten,
pero que no nos pregunten.