Gitana
Alrededor del fuego empezó a bailar,
ojos duros y grandes como rajados a navaja,
o tallados a cincel, que entre lágrimas hablaban.
Si miraban al cielo, le despedían estrellas,
si miraban la hoguera, ardían y quemaban.
Gitana de mil volantes
por pies y mil anillos,
que me pareció gigante
bajo tanta soledad.
Su cuerpo todo un bolívar,
su piel color aceituna,
pero derecha espiga hoy
como el mejor trigal,
que cuando el viento lo acuna,
sabe dejarse arrullar.
Mujer fuerte, la gitana,
que cuando llora, truena y graniza.
Mujer fecunda, la gitana,
y por eso cuando reza,
canta con otra música,
multitud de coplillas nacidas de la nada.
Su suspiro me levantaba en silencio,
remolinos de infinitos sentimientos,
y aunque ella gimiese los demás, seguían callados.
Rostros tensos y brillantes, toscos y requemados,
pero con profundo respeto por la que estaba sufriendo, la gitana.
Gitana de mil volantes
por pies y mil anillos,
que me pareció gigante
bajo tanta soledad.
Su cuerpo todo un bolívar,
su piel color aceituna,
pero derecha espiga hoy
como el mejor trigal,
que cuando el viento lo acuna,
sabe dejarse arrullar.
Gitana de mil volantes
por pies y mil anillos,
que me pareció gigante
bajo tanta soledad.
Su cuerpo todo un bolívar,
su piel color aceituna,
pero derecha espiga hoy
como el mejor trigal,
que cuando el viento lo acuna,
sabe dejarse arrullar.