El Conde y la gran montaña
El señor Conde
tenía un castillo
de porcelana,
no había ladrillos.
Siempre buscaba
algo distinto
para mostrarlo
a sus amigos.
Tenía coronas,
cuadros, trofeos,
tenía este Conde
nada tan feo.
Pero un buen día
se lo informaron:
sus enemigos
lo desafiaron.
El desafío
bien consistía
en una prueba
de gran hombría.
A su Castillo
el llevaría
la gran montaña
de piedra fina.
El señor Conde
hizo un esfuerzo
realmente enorme
por el entuerto.
Y la montaña
de piedra y brillo
se fue instalando
sobre el castillo.
Y finalmente
el señor Conde
cumplió su prueba:
quedó de hombre.
Pero resulta
que su Castillo
quedó hecho polvo
bajo el gran brillo
de aquel gran monte:
por ser tan pillo
este hombrecillo
ya no fue Conde.