Absurdo para un témpano de hielo
Hubo una vez donde los hielos
nunca se derretirán
un gran imperio de las morsas,
dientes dignos de afilar;
su gran rival es otro imperio
más allá del círculo polar
y es gobernado por las focas,
astutas sin par.
Se declaró la guerra
por un témpano perdido
donde un pobre individuo
tomaba aire marino
sin a nadie molestar.
Y las focas y las morsas
se ven muy decididas:
"¡Ese témpano es mío!"
se ponen a vociferar.
Pero el pobre individuo
de pena rompe a llorar:
lo van a expropiar.
Lo van a expropiar.
Sobre aquel iceberg silencioso
la contienda es desigual
y aquellas poderosas morsas
son las que van a ganar.
El individuo es capturado,
lo dejan como rehén,
y en un gran pozo de leche cuajada
lo dejaron fermentar.
Finaliza la guerra
por un témpano perdido,
y como de costumbre
en el lugar del hecho
hay prueba testimonial.
Una serpiente marina
del individuo vecina
cuenta que un tal cangrejo
la guerra provocó.
Las morsas enfurecidas
lo van a localizar.
Lo van a pillar./BIS
El cangrejito no era tonto,
a Miami fue a veranear,
y la patrulla de las morsas
de la arena misma lo sacó.
Llegaron al gran polo norte
y cuando todo el mundo lo vio
lo lincharon por intrigante.
Pero antes
lo dejaron fermentar,
con leche cuajar. /BIS