Demencia
Remolineó,
su mirada chispeó
melancolía
inyectada de horror.
Me pregunté
la razón del llorar
mientras decía
que sabría escapar.
Sus manos frías
congelaban las mías
y prometía
un gran amor encontrar.
Su Dulcinea
que el vacío atrapó
y un rayo en dos partió.
Repitió
una canción tan gris;
ron de anís
en su boca ardió.
De filosofía disertó.
Fue su protocolo demencial.
Y armó contagios
de ornitorrincos.
Y en su incongruencia
vi la demencia atroz.
Su manicomio
se siente tan
atrozmente familiar.