Las viejas canciones infantiles han sido parte integral de la infancia de generaciones. Temas como "Aserrín Aserrán", "La Cucaracha" y "El Patio de Mi Casa" no solo sobreviven al paso del tiempo, sino que continúan encantando a niños y adultos por igual. Estas melodías, que han cruzado fronteras y siglos, poseen un magnetismo único gracias a sus letras simples y pegajosas, así como a sus ritmos fáciles de recordar.
Las canciones infantiles tradicionales suelen tener sus raíces en folclores locales, mitos y leyendas propias de diversas culturas. Por ejemplo, "Aserrín Aserrán" se cree que tuvo sus orígenes en España y se ha transmitido oralmente de generación en generación. Estas canciones entretenían a los niños al tiempo que enseñaban sencillas lecciones sobre la vida, los valores y la naturaleza.
"Aserrín Aserrán" es una canción que muchos años atrás se cantaba mientras se hacía el movimiento de sierra de madera. Es simple, alegre, y su melodía invita a corear. La letra, aunque repetitiva, tiene un efecto hipnótico en los pequeños, ayudándoles a desarrollar ritmos y coordinación a través de juegos con las manos.
Esta canción presenta una estructura más narrativa. "La Cucaracha" habla de una cucaracha que no puede caminar porque le falta una pata. La identidad de la cucaracha ha sido objeto de múltiples interpretaciones, ya que algunos creen que representa figuras históricas o situaciones políticas. Sin embargo, para los niños, es simplemente una canción divertida sobre una cucaracha peculiar.
"El
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La guerra dell'alfabeto
Un bel dì, le consonanti
chiuse dentro un abbecedario,
e un pochin insofferenti
al "regime carcerario",
attaccarono gran lite
con... (bimbi miei udite, udite!)
con le povere vocali
accusate di godere
privilegi eccezionali.
Anzitutto, quel di avere
tanta parte - in cinque sole -
proprio in tutte le parole,
e potere anche far senza
le colleghe consonanti:
"Questa è irriconoscenza,
da egoiste petulanti!"
E così nacque un serio
e bizzarro putiferio.
E all'urlo: "Guerra, guerra!"
(ma: "Grr, grr!", senza vocali)
con tremendo serra serra,
d'improvviso le arrabbiate
consonanti - con bandiera -
attaccarono l'altra schiera.
Le vocali che son poche,
a quell'urto cadon giù,
poverine, urlando roche:
"Ai, ai. Eh! Oi, oi! Uu, u!"
E, in disordine completo,
va sottopra l'alfabeto.
Nella lotta assai drammatica,
intervenne il Dizionario,
sopravvenne la Grammatica,
col figliolo Sillabario;
e rimisero la pace
in quel popolo pugnace.
La grammatica, da allora,
conquistò tutte le scuole
da dispotica signora
delle lettere e parole.
Ciò vi spiega perché impera
tanto rigida e guerriera.