Las viejas canciones infantiles han sido parte integral de la infancia de generaciones. Temas como "Aserrín Aserrán", "La Cucaracha" y "El Patio de Mi Casa" no solo sobreviven al paso del tiempo, sino que continúan encantando a niños y adultos por igual. Estas melodías, que han cruzado fronteras y siglos, poseen un magnetismo único gracias a sus letras simples y pegajosas, así como a sus ritmos fáciles de recordar.
Las canciones infantiles tradicionales suelen tener sus raíces en folclores locales, mitos y leyendas propias de diversas culturas. Por ejemplo, "Aserrín Aserrán" se cree que tuvo sus orígenes en España y se ha transmitido oralmente de generación en generación. Estas canciones entretenían a los niños al tiempo que enseñaban sencillas lecciones sobre la vida, los valores y la naturaleza.
"Aserrín Aserrán" es una canción que muchos años atrás se cantaba mientras se hacía el movimiento de sierra de madera. Es simple, alegre, y su melodía invita a corear. La letra, aunque repetitiva, tiene un efecto hipnótico en los pequeños, ayudándoles a desarrollar ritmos y coordinación a través de juegos con las manos.
Esta canción presenta una estructura más narrativa. "La Cucaracha" habla de una cucaracha que no puede caminar porque le falta una pata. La identidad de la cucaracha ha sido objeto de múltiples interpretaciones, ya que algunos creen que representa figuras históricas o situaciones políticas. Sin embargo, para los niños, es simplemente una canción divertida sobre una cucaracha peculiar.
"El
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Siamo beduini del deserto
Siamo beduini del deserto e cavalchiam
sulla tonda gobba dei cammelli,
duna dopo duna nella notte ci muoviam
con un gran frusciare di mantelli.
Nessuno sa ne chi siam ne dove andiam
nessun ci vede mentre galoppiam.
Duna dopo duna nella notte ci muoviam
con un gran frusciare di mantelli.
Quando ad una ad una van le stelle a riposar
ed il ciel diventa luminoso,
presso il vecchio pozzo ci fermiamo ad aspettar
che ritorni il buio misterioso.
Nessuno sa ne chi siam ne dove andiam
nessun ci vede mentre galoppiam.
Duna dopo duna nella notte ci muoviam
con un gran frusciare di mantelli.
Ma se viene il vento che i mantelli fa cascar
vedi i nostri volti di bambini,
sono solo i sogni che ci fanno galoppar
nel deserto come i beduini.
Nessuno sa ne chi siam ne dove andiam
nessun ci vede mentre galoppiam.
Duna dopo duna nella notte ci muoviam
con un gran frusciare di mantelli.