Las viejas canciones infantiles han sido parte integral de la infancia de generaciones. Temas como "Aserrín Aserrán", "La Cucaracha" y "El Patio de Mi Casa" no solo sobreviven al paso del tiempo, sino que continúan encantando a niños y adultos por igual. Estas melodías, que han cruzado fronteras y siglos, poseen un magnetismo único gracias a sus letras simples y pegajosas, así como a sus ritmos fáciles de recordar.
Las canciones infantiles tradicionales suelen tener sus raíces en folclores locales, mitos y leyendas propias de diversas culturas. Por ejemplo, "Aserrín Aserrán" se cree que tuvo sus orígenes en España y se ha transmitido oralmente de generación en generación. Estas canciones entretenían a los niños al tiempo que enseñaban sencillas lecciones sobre la vida, los valores y la naturaleza.
"Aserrín Aserrán" es una canción que muchos años atrás se cantaba mientras se hacía el movimiento de sierra de madera. Es simple, alegre, y su melodía invita a corear. La letra, aunque repetitiva, tiene un efecto hipnótico en los pequeños, ayudándoles a desarrollar ritmos y coordinación a través de juegos con las manos.
Esta canción presenta una estructura más narrativa. "La Cucaracha" habla de una cucaracha que no puede caminar porque le falta una pata. La identidad de la cucaracha ha sido objeto de múltiples interpretaciones, ya que algunos creen que representa figuras históricas o situaciones políticas. Sin embargo, para los niños, es simplemente una canción divertida sobre una cucaracha peculiar.
"El
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Nel bosco non c'è?
Bambini, sapete nel bosco che c'è?
C'è forse una fata od un re?
Chi mai c'è nel bosco, bambini?
Distesa su molli cuscini,
c'è forse una bella dormiente
che nulla vede né sente?
C'è forse una casetta incantata
di marzapane e cioccolata?
Oppur c'è un castello di maghi?
Sbuffano intorno dei draghi?
Saltano pazzi nani e folletti
che a tutti fan mille dispetti?
Bambini, nel bosco non c'è
né bella dormiente, né fata, né re.
Nel bosco non dormon fanciulle,
né sorgon là in mezzo castelli;
i draghi non vi passan le ore,
di nani e folletti non ci son le dimore.
Bambini, nel bosco non c'è
né bella dormiente, né fata, né re.
Fra i rami intrecciati nel verde,
un raggio riluce, si perde:
vaga un raggio di sole,
scende, cerca le viole.
Nell'aria profumi e odori
di foglie, di funghi e di fiori.
Nel vento è continuo stormire,
sussurro che sembra ridire:
"Bambini, nel bosco non c'è
né bella dormiente, né fata, né re".