Las viejas canciones infantiles han sido parte integral de la infancia de generaciones. Temas como "Aserrín Aserrán", "La Cucaracha" y "El Patio de Mi Casa" no solo sobreviven al paso del tiempo, sino que continúan encantando a niños y adultos por igual. Estas melodías, que han cruzado fronteras y siglos, poseen un magnetismo único gracias a sus letras simples y pegajosas, así como a sus ritmos fáciles de recordar.
Las canciones infantiles tradicionales suelen tener sus raíces en folclores locales, mitos y leyendas propias de diversas culturas. Por ejemplo, "Aserrín Aserrán" se cree que tuvo sus orígenes en España y se ha transmitido oralmente de generación en generación. Estas canciones entretenían a los niños al tiempo que enseñaban sencillas lecciones sobre la vida, los valores y la naturaleza.
"Aserrín Aserrán" es una canción que muchos años atrás se cantaba mientras se hacía el movimiento de sierra de madera. Es simple, alegre, y su melodía invita a corear. La letra, aunque repetitiva, tiene un efecto hipnótico en los pequeños, ayudándoles a desarrollar ritmos y coordinación a través de juegos con las manos.
Esta canción presenta una estructura más narrativa. "La Cucaracha" habla de una cucaracha que no puede caminar porque le falta una pata. La identidad de la cucaracha ha sido objeto de múltiples interpretaciones, ya que algunos creen que representa figuras históricas o situaciones políticas. Sin embargo, para los niños, es simplemente una canción divertida sobre una cucaracha peculiar.
"El
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L'albero meraviglioso
Nel giardino di Dove non si sa
c'è un albero meraviglioso
privo di foglie, ma
colmo di frutti saporiti
che sbocciano già canditi
stupendi nei colori
e di squisitissimi sapori.
Un albero che a nessun altro somiglia,
qui sta la meraviglia.
Con tanti deliziosi zuccherini
fragole, lamponi, limoncini,
spicchi d'arancia, rosse ciliegine,
prugnette verdi che sanno di mentine;
e, per completare la delizia,
il tronco e i rami son di liquerizia.
E un albero nano, a portata di mano,
con un gatto di cioccolato per guardiano
ed un cagnette di zucchero filato
che fa la guardia al gatto di cioccolato.
Però è permesso cogliere, toccare
od anche solamente di assaggiare
quei frutti che maturano in eterno:
sia primavera, estate, autunno o inverno.
L'unico inconveniente
è che nessun conosce esattamente
dove sia per davvero
quest'albero mistero.
Se vi tenta, parlatene a papà:
forse conosce la località.
Ma se nemmeno lui la può indicare
bisognerà, purtroppo, rinunciare.