Las viejas canciones infantiles han sido parte integral de la infancia de generaciones. Temas como "Aserrín Aserrán", "La Cucaracha" y "El Patio de Mi Casa" no solo sobreviven al paso del tiempo, sino que continúan encantando a niños y adultos por igual. Estas melodías, que han cruzado fronteras y siglos, poseen un magnetismo único gracias a sus letras simples y pegajosas, así como a sus ritmos fáciles de recordar.
Las canciones infantiles tradicionales suelen tener sus raíces en folclores locales, mitos y leyendas propias de diversas culturas. Por ejemplo, "Aserrín Aserrán" se cree que tuvo sus orígenes en España y se ha transmitido oralmente de generación en generación. Estas canciones entretenían a los niños al tiempo que enseñaban sencillas lecciones sobre la vida, los valores y la naturaleza.
"Aserrín Aserrán" es una canción que muchos años atrás se cantaba mientras se hacía el movimiento de sierra de madera. Es simple, alegre, y su melodía invita a corear. La letra, aunque repetitiva, tiene un efecto hipnótico en los pequeños, ayudándoles a desarrollar ritmos y coordinación a través de juegos con las manos.
Esta canción presenta una estructura más narrativa. "La Cucaracha" habla de una cucaracha que no puede caminar porque le falta una pata. La identidad de la cucaracha ha sido objeto de múltiples interpretaciones, ya que algunos creen que representa figuras históricas o situaciones políticas. Sin embargo, para los niños, es simplemente una canción divertida sobre una cucaracha peculiar.
"El
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Onda dopo onda
Onda dopo onda
la barchetta si orienta;
dritto l'albero,
gonfia la vela,
la barchetta quasi vola;
fresca l'aria pizzicante
culla lo scafo dolcemente;
tutto intorno il mare tace,
che silenzio, che gran pace!
Improvvisa e minacciosa
un'ombra avanza maestosa
ed oscura la distesa;
un boato spaventoso
turba l'ora del riposo.
La barchetta atterrita
or s'avvede prontamente
del fattaccio imminente:
una nave grande, imponente,
sembra un condominio galleggiante,
le si avvicina travolgente.
Tardi è ormai per rimediare,
la sta quasi per speronare;
pronta è per lei la fine
di un'esistenza intensa e lieve
trascorsa fra cielo e mare,
fra le isole più belle,
a parlare con le stelle.
Ecco che nel gran tumulto
il mare perturbato
alta, alta la solleva,
amico insperato.
Imponente e spumeggiante,
gorgogliante flutto amico
tale e quale braccio antico
di velluto e falpalà,
dolce, dolce l'adagia
e la sposta un po' più in là.
Salva e lieta la barchetta
può riprendere il percorso,
felice tra sé di avere
un amico così grosso:
viva, viva il mare mosso!!